martes, 25 de junio de 2013

Bebé vs Perro

Este ha sido nuestro primer San Juan con la baby retoña y la retoña peluda. Y vaya...
 
La perra ya estaba en casa en San Juan de 2012, pero era aún muy pequeña y como todo era nuevo, aquello de los petardos era una novedad más. Además, tenía atención exclusiva.
 
Este año, las novedades fueron más y para todos. Al hacer mal tiempo, la gente se empezó a animar a lanzar truenos desde por la mañana, por si se ponía a llover más tarde y se les aguaba la fiesta (¡nunca mejor dicho!). Así pues, la odisea ya comenzó a horas tempranas.
 
Rita, la perra, lleva varios días diferente. Sigue igual de traviesa que siempre, sin embargo ha dejado de hacer algunas de sus "travesuras malas" (morder las mangueras, roer las alfombrillas del jardín, morder los cables de las luces de fuera...) y ha empezado a desobedecer: te ignora cuando la llamas, entra en casa sin que le demos permiso,...  Lo asociamos a la llegada de María.
 
Con la bebé ha mostrado desde el principio una gran curiosidad y mucho respeto. Se acerca con delicadeza, la huele, la mira, e intenta lamerle los piececitos (mirándonos de reojo, sabiendo que está haciendo algo indebido), aunque la dejamos que lo haga. Si María hace ruiditos o llora, Rita se acerca para ver qué pasa y cómo "puede resolverlo". Al salir a pasear no se mueve de su lado, cuando antes siempre iba saltando por ahí. Debe ser el instinto...  Al fin y al cabo es su "sister mayor".
 
Aún y así, nunca están solas, siempre hay alguien supervisando.. No sea que a la perra le de por hacerle algo a la niña (o la niña a la perra, quién sabe!!!).
 
 


Sin embargo con nosotros tiene un comportamiento diferente, sobre todo conmigo. Con la llegada del bebé a casa ya no le dedico tantos mimos ni atenciones, ya no la saco tanto a pasear (ahora es tarea de JM), la cepillo con mucha menos frecuencia y rara vez soy yo quien se ocupa de cambiarle el agua y reponerle el pienso. La bebita requiere atención al 100%!!! Por ello, entiendo, ha cambiado su actitud hacia mí: me ignora, no hace ni caso cuando la llamo, no monta las grandes fiestas al verme... Ahora se acerca para olisquearme (durante el embarazo y el post-parto, el olor corporal cambia y ello la tiene aturdida), pero eso es todo. ¡El otro día hasta me ladró al entrar en casa!
 
Con JM está muy mimosa. En su manera de reclamar su atención, le acerca sus juguetes para que se los tire (antes jamás te cedía un juguete, se lo tenías que quitar o pedir que lo dejara). También camina detrás suyo (antes siempre iba delante) y en general está más relajada.
 
Pues bien, ¡el día de San Juan parecía marciana! Es cierto que muchos perros con los petardos y los truenos se ponen muy nerviosos. Algunos incluso necesitan calmantes y sedación para sobrellevar la ansiedad. Nosotros no somos demasiado partidarios de eso, pero cada cual sabe lo que más le conviene a su perro... Con Rita ya empezamos un ritual de atenciones especiales: más paseo, más juegos y más mimos desde por la mañana. Al ser fin de semana y estar los dos en casa, pudimos hacerlo sin por ello descuidar a María. Con los primeros petardos, la niña se asustaba. Si estaba despierta, lloraba. Si estaba dormida, le daban espasmos y acababa llorando también. La perra más o menos lo soportaba. Según pasaban las horas, era al revés: la niña ni se inmutaba y era la perra que cada vez estaba más nerviosa.
 
Al final no llovió y la gente se animó a salir a la calle y celebrar la verbena con sus cohetes, bengalas y truenos. Nosotros optamos por una celebración íntima, con una sardinada en la barbacoa y la típica coca de Sant Joan. La niña dormía como un lirón en su cunita. A la perra, le faltaban sitios donde esconderse. Estuvo durante la cena con nosotros, pero cuando tocó bajar a la calle para hacer su pipí nocturno le costó animarse a salir. Después ya todo volvió a la normalidad, a la mañana siguiente, sin truenos, ya volvía a estar tranquila.
 
Hay que tener en cuenta que si para nosotros ya es fuerte la paternidad, el cambio de tener a esta personita a quien cuidar, que se ha convertido en lo más importante en nuestras vidas; para Rita también es un cambio fuerte el tener una "hermana humana". Tenemos que procurar mantener la misma atención, o por lo menos evitar que se sienta desplazada; ya no sólo para que no coja celos de María y pueda desarrollar algún comportamiento agresivo hacia ella; sino por sí misma.

Parece mentira lo parecidos que son los perros, siendo cachorros, a los niños: quieren atención en todo momento, podrían estar todo el día jugando contigo, identifican perfectamente quiénes son sus amos/papás y desarrollan rápidamente hacia ellos un cariño especial/fidelidad,... y  ¡hasta tienen celitos con la llegada de otro miembro de la familia!
 
Así pues, ahora que no llueve, que María ha comido, está cambiada, vestida, y que yo he podido ducharme y desayunar (algo tan obvio y básico, con un recién nacido a veces no lo es tanto), ¡nos vamos las tres (las sisters y mami) a pasear!


 

1 comentario:

  1. ¡Te acabo de descubrir!

    En casa no tenemos perro (los niños lo están deseando) por falta de espacio y porque ya sé yo cómo acaba esto: el menda sacando a pasear al chucho porque ya se les ha pasado la euforia de los comienzos.

    María es un bebé precioso. ¡Enhorabuena!

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